Las fiestas de la primavera
Fernando Barros T. Abogado Consejero de SOFOFA
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Fernando Barros
En los albores de la primavera criolla los directivos locales de un conglomerado financiero internacional, que se aventuró a invertir en Chile hace pocos años en la vapuleada industria de la gestión de ahorros previsionales, decidió retribuir a sus empleados más destacados por su desempeño laboral en el último período en evaluación con una actividad de convivencia.
Se quiso marcar la diferencia y hacer realidad la eterna promesa, muchas veces incumplida, de que en un buen año cuyos resultados fueron excepcionales, la empresa reconocería a sus trabajadores de una manera también excepcional.
En un país que, se dice, avanza a pasos agigantados en reconocer a personas e instituciones derechos ilimitados en sus espacios de libertad, la empresa analizó la materia y resolvió que pagaría a sus trabajadores sus gratificaciones y bonos convenidos y que, a los más destacados, los premiaría con un viaje de esos que muchos chilenos quisieran poder hacer algún día y disfrutar de los parajes idílicos reservados solo a ricos y famosos.
Las invasivas redes sociales han viralizado un video, evidentemente obtenido y hecho público en abierta transgresión a la privacidad de los partícipes en la actividad, mostrando una muy alegre juerga, con alcohol, disfraces, bailes y mucha alegría, que reunía en una celebración muy inclusiva y democrática a altos ejecutivos y empleados a bordo de una llamativa embarcación.
Si bien todos podemos tener opinión sobre si esa actividad es o no recomendable dentro de las mejores prácticas de administración de personal; si ese nivel de gasto es o no necesario para producir la renta y, por ende, un gasto tributario aceptable; o incluso si el cuestionamiento político que sufre la industria hace inexcusable un gasto que para la mayoría constituye un despilfarro y una provocación, es indudable que se trata de una decisión propia de la empresa y no corresponde a autoridades o grupos erigirse en inquisidores de la moralidad de un gasto particular pagado con recursos privados.
Una nueva fiesta surgió cuando el mundo político descubrió que esa celebración privada podía ser utilizada con fines muy sofisticados. Primeramente, ha sido la autoridad reguladora que, con curiosa publicidad, requiere a la empresa para que acredite que la fiesta no fue pagada con dineros extraídos ilegal y criminalmente de los ahorros de sus clientes, esto es, los miles de trabajadores afiliados a esa administradora.
El que esa insinuación surgiera de un candidato a diputado de la extrema izquierda no es de extrañar, por su evidente intencionalidad política y su ignorancia del sistema previsional chileno. Pero resulta inaceptable e irresponsable que el regulador, supuestamente conocedor del impecable modelo de control del sistema, quien debe saber que los gastos de remuneraciones y beneficios a sus trabajadores se pagan con el patrimonio propio de una AFP y que ni ésta ni nadie puede tocar los fondos de pensiones, lance a la prensa una insinuación que deslinda con la injuria y la calumnia.
¿Cómo se sentiría el superintendente si luego que circularan imágenes de una alegre celebración de su cumpleaños en un recinto privado fuera emplazado públicamente por la Cámara de Diputados para que acredite que esa celebración no la pagó con recursos públicos?
Pero el envenenamiento social que vivimos no se conformó con desparramar la insidia sobre la honestidad de accionistas, directores y empleados de una empresa, sino que se adentró en el expediente de azuzar el odio y tratar de oxigenar la fracasada e impopular pretensión de estatizar la administración de los ahorros previsionales, planteando que dado que los ahorros previsionales son forzosos, la administración de los mismos no debiera generar utilidades y, de obtenerse, esos ingresos no podrían gastarse por quien prestó el servicio en actividades que el "Gran Hermano" estima lujuriosas. Ergo, dice la ministra, como yo considero esto "injustificable", No más AFP.
No es de extrañar, con estos juicios y actuaciones de las autoridades, que este año la inversión complete cuatro años seguidos de caída.